10 de junio de 2016

Zinca Tinto 2014. Almunia de San Juan (Huesca)


Sobre el origen del lenguaje, hay un tal J.J. Rosseau, que apuntaba a "las pasiones" como desencadenantes de las primeras voces y por tanto como origen del nacimiento de las lenguas, en contra de los que abogan por que fueron "las necesidades" las que contribuyeron al nacimiento de las lenguas.

A "las necesidades", las postula como desencadenantes de los primeros gestos.

No va de antropología lingüística/cognitiva la entrada de hoy, pero me ayuda a poner énfasis en el tema de la pasión, las emociones, el placer...
Si escribimos, con más o menos fortuna, sobre un determinado vino es porque nos mueve exactamente eso, la pasión, en unos casos movidos por emociones placenteras, en otros casos nos mueve la cólera.
La cólera nos invita a hablar, por ejemplo, sobre determinados individuos, geómetras del vino, esos a los que "la necesidad" es la que les mueve a escribir, tipos sin "alma" y menos del vino. (A buen entendedor...).
Pero no vamos a escribir movidos por la cólera, en otra ocasión.


La pasión, las emociones e ilusiones embotelladas en este Zinca, son las desencadenantes, son el origen de una nueva entrada.
Si Rosseau estaba en lo cierto, nos siguen moviendo las pasiones por encima de las necesidades, aunque el nuestro no es el lenguaje de los poetas (Así denominaba Rosseau al lenguaje nacido de la pasión Vs el lenguaje de geómetras nacido de la necesidad), tampoco es el de los geómetras.


¿Siguen ahí?

Entonces, vayamos al vino, el objeto de placer (me tienta irme por las ramas con Freud...)

Este Zinca tinto sigue la línea del Zinca Bín de Ric Blanco, del que ya dimos cuenta aquí, no tan radical pero bajo el mismo concepto de vino artesanal y natural, mínima intervención en viñedo y bodega:

  • Viticultura ecológica, sin uso de herbicidas, tratamientos con infusiones naturales de plantas y utilización a bajas dosis, de cobre y azufre.
  • Fermentación en tinajas de barro.
  • Embotellado sin filtrar ni estabilizar.
  • Pequeñas y cuidadas producciones (961 botellas)

La base varietal de este vino es la Cabernet Sauvignon, procedente de viñedo situado en Almunia de San Juan, quizás acompañada testimonialmente por otras variedades como la Garnacha.


Después de la citada fermentación en tinajas de barro, el vino pasa 15 meses en barricas de roble americano, de ahí que el aspecto tan radical que presentaba el Zinca blanco, aquí quede más moderado.

A nivel visual presenta una limpidez excelente tratándose de un vino no clarificado ni filtrado, capa media.

En nariz destaca la fruta roja con una falsa apariencia inicial de madurez, que se acaba expresando como la unión de esa fruta roja, fresca, con notas lácteas, especias dulces, vainillas, ...
La fruta va acompañada de ahumados, balsámicos y notas arbustivas (romero,...)
No es, por tanto, una muestra más de los "maderones" que se hacen en la zona. Hay "cremosidad", pero no para tapar sino para acompañar todo lo demás.

En boca tiene un paso sedoso, volumen, fruta, buen equilibrio alcohol-acidez, en la retirada aparece cierta rusticidad y carácter, acentuada quizás por el día elegido para catar el vino (ciclos lunares del calendario biodinámico), tengo la certeza de que así es, testimonios de valor lo confirman.

Las emociones..., en definitiva, el placer de disfrutar de algo que va más allá de un contenido material encerrado en una botella, no nos alcanza a describirlo, eso requiere de poesía y ahí no llegamos.
Al abrir una botella de vino, siempre es aconsejable mirar más allá de lo que se tiene delante de las narices, al margen de paisajes y una manera de ser-hacer, las emociones/ilusiones también se embotellan. Como en tantos otros vinos y otros elaboradores, aquí también hay mucho de eso.

Chapeau Víctor.

Más info y mejor en https://claveriabarrabes.com/



17 de abril de 2016

Martialis Blanc 2014 Can Morral del Molí, Ullastrell



La verdad es que quería hablar de otro vino, concretamente del Martialis Vermell, hermano rojo pálido de este blanco dorado que titula la entrada.

En su día, no tomé notas mientras disfrutaba de él. No son pocos los vinos que han quedado en el tintero por culpa de esa pereza, cada vez más habitual, que me impide sacar la libreta y dejar constancia escrita de lo que el vino va explicando.

Sin notas, es complicado “llenar” el espacio que justifica escribir un post, así que haremos un apaño y entre los dos Martialis intentaremos armar esta entrada.

Empezaremos por el que no da título a la entrada, aquí la coherencia no la conocemos.



Martialis Vermell 2014


Aquel día, la cosa dio para un escueto tuit que define perfectamente el vino en cuestión.
Traduzco el texto que figura en ese tuit (foto): 

Dominio herbáceo i floral, retama y toques de grosella. La Sumoll se hace notar en boca. Fantástica rusticidad.

La ecuación que da como resultado este vino, magnífico, es la siguiente:

  • Xarel·lo y Sumoll macerando conjuntamente (Proceden de viñas que superan los 80 años, viticultura ecológica).
  • Fermentación no comercial, es decir que no han tirado del “Levitan” del vino (levaduras comerciales), las levaduras presentes en la superficie de la uva se han encargado de todo.
  • Evolución en inoxidable hasta su embotellado. 






El resultado es un vino auténtico, lejos de la homogeneidad habitual.

Todavía queda alguna de las 473 botellas que dio de sí esta añada (mala en cantidad según los autores).
Me gustaría alargarme en los matices y registros del vino pero no hay notas, así que para darle contenido al “post” hablaremos un poco del otro Martialis, el blanco. 



Martialis Blanco 2014


Se trata de un 100% Macabeu, procedente de viñas que ya han pasado de los 60 años, viticultura ecológica,...

Al igual que el Vermell, fermentación indígena, pero en este caso si que hay una breve crianza en madera.
  • 50% del vino pasa 4 meses en barrica de Acacia (Castaño)
  • 50% en depósito de inoxidable.
El resultado, a la vista, se traduce en un limpio aspecto dorado. 

Nariz amplia en registros, necesitada de cierta aireación. De inicio, destaca un frescor cítrico, aromas de retama y fruta blanca madura. Con la aireación se hace notar un fondo amielado, aparecen aromas de bollería, lías, flor blanca,…
Después de unas horas (la abrimos para comer y la finiquitamos en la cena) la fruta blanca madura pierde peso y se imponen las notas florales, aparecen aromas de frutos secos (piel de almendra) y un fondo de hierbas aromáticas.
Como suele pasar con vinos “naturales” o con poca intervención, también huele a uva. (Que deben hacer algunos desaprensivos para que el vino no huela a uva...)

En boca es graso, sabroso y fresco. Untuosidad y acidez van de la mano, consiguiendo un equilibrio perfecto. Ligero final amargo que lo hace largo.
Buena estructura, bien armado y equilibrado.

En un buen momento para disfrutarlo.




De nuestra experiencia con añadas anteriores, podemos decir que tiende a la oxidación en el corto plazo, así que no es aconsejable su guarda. 
Conste que este hecho, lejos de hacerlo notar como un aspecto negativo, lo indicamos como una característica más de este vino, positiva, ya que nos invita a pensar que no se abusa del sulfuroso, lo que explicaría esa relativa pronta oxidación. 
(No descubro nada al decir que los vinos blancos, en general, van hasta las cejas de sulfuroso, tampoco voy extenderme en explicar el porqué, dichosa pereza…)
Resumiendo, magnífico y diferente el Martialis Vermell, y un blanco muy disfrutable sin renunciar a la complejidad.