26 de marzo de 2013

Dominio del Fanfarrioso 2011


Los que me conocen saben que busco y rebusco esos vinos desconocidos, de pequeñas bodegas, que en muchos casos son la expresión más pura de una pasión por la tierra y la vid, esos vinos que quedan lejos de los focos que te dan visibilidad en un mercado dominado por intereses que nada tienen que ver con la calidad del producto.

Este vino completamente desconocido para mí, que a continuación intentaré definir, procede de una zona en la que en los últimos años he descubierto vinos muy interesantes con una relación calidad precio excelente. Se trata de la Alpujarra almeriense, zona de valles y terrazas que descienden de Sierra Nevada.



Se trata de un vino no acogido a ninguna denominación de origen, ni indicación geográfica, detrás del cual se encuentra Víctor Clavería Barrabés, un economista aragonés, que decide aparcar las finanzas para adentrarse en el mundo del vino.
La meta que persigue y la filosofía que lo guía es:

 “Quiero trabajar la viña, elaborar vino y crear mi bodega, y aunque esté rodeado de Denominaciones de Origen, el clima y el tipo de suelos son semejantes, es decir, cuento con los ingredientes necesarios para elaborar un vino de calidad como cualquier otro.” 

Para demostrar que en el mundo del vino lo realmente importante es lo que hay dentro de la botella y no el envase, Víctor Clavería encontró el vino que se ajustaba a sus estándares de calidad para crear su propia marca, Dominio del Fanfarrioso, que será la precursora para los futuros vinos de su bodega, en su pueblo familiar, Almunia de San Juan (Huesca). 


Dominio del Fanfarrioso se elabora con 100% Tempranillo procedente de vides situadas entre 900 y 1500 metros de altitud. La crianza se lleva a cabo en barricas nuevas de roble americano por un periodo de 3-4 meses, con battonages quincenales.

Bien, dicho esto, vayamos a la descripción, siempre subjetiva, del vino.

A la vista es un vino que transmite sensaciones de juventud y frutosidad, color vivo que no alcanzo a definir, pero que se mueve entre rojo-magenta-rosa y que me recuerda mucho a algunos mostos recién prensados. Lágrima que tiñe la copa dibujando atractivas aguas.

En nariz, en un primer momento dominan las notas especiadas, pero la fruta roja madura acaba imponiéndose acompañada de una ligera cremosidad.

En boca es frutoso, goloso, con los taninos acabando de domarse y con un ligero amargor final, que lejos de ser un "pero", es una virtud, lo dota de equilibrio, haciendo de contrapeso a la frutosidad inicial. 
Personalmente, donde me gana el vino, es aquí, en boca, donde logra mostrar su propio carácter y personalidad.

Si el objetivo de Víctor Clavería era encontrar un vino para disfrutar bebiéndolo, huyendo de complejidades, pero no por ello simple, podemos decir que lo ha conseguido. Es un vino que enamora por su característica y personal sencillez.
Chapeau!        



       

16 de marzo de 2013

CLOS MOGADOR 2008, DOQ PRIORAT




Sobreviene la hora 
de las ternuras ignoradas, la hora de los ro-
manticismos que no avergüenzan. 
Vos me visitás en el recuerdo, cariñosamente, 
y con vos todos los buenos camaradas; 
... los amigos de ensueños y esperanza, 
armados para el abordaje de la vida,
... ebrios de espejismos, mendigos de gloria.
... Algunas veces lloro sin que nadie me vea.
¿Es una compensación por haber reído mucho?

(Carta  que José Ingenieros escribió a sus amigos estando solo en Europa.) 

 


Mientras escribo estas líneas, alguien a quién le serán familiares las palabras de José Ingenieros, vuela de retorno a su natal Argentina. No es un buen amigo, eso es poco, es mucho más.
Durante años hemos compartido muchos momentos y emociones alrededor de una botella de vino, pero nunca habíamos compartido el que es, uno de mis vinos más queridos, por motivos que van más allá de sus propiedades organolépticas. 
Así que había que remediarlo antes de que miles de quilómetros de Océano Atlántico nos separaran físicamente.

La añada escogida, 2008, pese a su juventud está en un momento pletórico, difiere de añadas anteriores en cuanto a la rusticidad, este es mas bebible ya y mucho más fácil de entender.

Notar que se decantó durante cuatro horas.
 
El color es el de los Mogador de siempre, aquí no hay cambios, rojo picota, prácticamente negro, limpio, con una lágrima preciosa que tiñe la copa con intensidad. 
En nariz, a pesar de su decantación de cuatro horas, seguía evolucionando en cada nueva copa, cambiando registros e intensidades. En un primer momento, sobre un manto mineral omnipresente, aparecían ciruelas, vainillas, sotobosque,... En segundas copas, las ciruelas daban paso a una fruta negra madura en "formato de mermelada" con toques lácteos, balsámicos y un sotobosque muy aromático. Unos aromas que anticipaban el festín que nos esperaba en boca:
Carnoso, sabroso, fresco, generosa frutosidad, taninos fundidos y sedosos. Muy largo en el postgusto.

En definitiva, otro gran "Mogador", que expresa perfectamente la filosofía y buen hacer de René Barbier en el Priorat.

Imprescindible.


Salut!!! y hasta el próximo vino.









P.D: 
Amigo Fernando, desde aquí te desamos mucha suerte en tus nuevos proyectos y esperamos ansiosos saber de ese futuro vino salteño, que bién valdrá de coartada para cruzar el charco.
Un fuerte abrazo.