19 de enero de 2017

Vall Llach 2008, DOQ Priorat


Como canta J.M. Serrat, "De vez en cuando la vida nos besa en la boca ..., y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela".

Así se podría resumir el resultado de la experiencia vivida que conjugaba "Compañía-Vino-Entorno", con la que acabábamos un 2016 para olvidar y iniciábamos el nuevo año.
El vino titula la entrada, la compañía, los que más quiero y el entorno, una acogedora casa rural en Lladurs (Pre-Pirineo del Solsonés).




Como esto va de vinos, no me extenderé cantando las bondades del entorno y de la casa, mejor me hacen caso y se escapan a vivir la experiencia. Se informan aquí, y solo tienen que preocuparse de que no les falte buen vino para beber disfrutando del paisaje o embelesados delante del fuego a tierra.


Cobert de la Salada - Lladurs
El Cobert de la Salada - Lladurs

Bien, al vino:

Vuelvo a Serrat, (que bueno el tipo con las letras y que malo haciendo vino...)

De vez en cuando la vida 
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.

Es así, faltan palabras, uno no sabe ni es poeta, pero intentaremos dar cuatro pinceladas sobre el magnífico vino.
En este caso, Lluís Llach no solo es muy grande con las letras, sino que además, de su bodega salen grandes vinos.

El vino está elaborado con  65% Cariñena, 17% Merlot y 18% Cabernet Sauvignon. 
Maloláctica 50% en madera-50% Inoxidable y crianza de 14 meses en barricas nuevas de roble francés.
 

Cata subjetiva:

Previamente, decantamos 5 horas. Ya tenemos alguna experiencia con otras añadas (Vall Lllach 2005), necesita tiempo para expresar todo lo que lleva dentro, las mejores copas, si sobra, son las que se beben un día después de abierto.

A la vista (odio las descripciones visuales...), se presenta "mu oscuro", capa alta, ribete atejado.

En nariz, es un espectáculo de fruta negra, cerezas, mentolados (balsámicos), cacaos, sotobosque (Romero, Retama,...), caja de puros, especias dulzonas, regaliz negro y MINERALIDAD sosteniéndolo todo.

En boca, puro Priorat, potente, tanicidad sacando pecho y nos gusta, estructurado, volviendo en retronasal el espectáculo descrito en nariz.

De esos vinos, que de vez en cuando, muy de vez en cuando nos damos el gusto de disfrutar, y si es lejos de la estresante ciudad, "uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela".


Salut!! y hasta el próximo.