1 de octubre de 2012

IMPERIAL Gran Reserva 1998 D.O.Ca. Rioja



... corría el  año 1999, y mi bagaje en el mundo del vino hasta la fecha, se podía resumir en un "mítico" vino, "El Tío de la Bota", del cual yo era el responsable de su compra semanal (Se me encomendó la tarea con 6-7 años, en aquella época no se pedía DNI...).
Era el vino que se bebía en casa, y como buen murciano, mi padre, siempre lo hacía en porrón. (Me pregunto si Riedel hace porrones)




Bueno, el hecho es que como decía, hace ya unos trece años, me enfrentaba a ese acontecimiento "especial" en el que los padres de tu novia te invitan por primera vez a comer en su casa... y hay que quedar bien, cualquier paso en falso puede ser fatal. (más si ya de entrada, hay asperezas por temas futbolísticos, digamos que unos son del Barça y otros del Madrid)

Dado que eran y son aficionados al vino, que mejor que llevar una botella de vino ¿no? Así que, ese sábado del 99, justo antes de llegar a la cita familiar, parada en un Supeco, sección de vinos y... ¿Que vino comprar? ni idea, así que la endoculturización inconsciente sufrida a nivel vínico, me condujo a tener claro que debía ser un Rioja, y como era preciso asegurar el tanto, esa misma endoculturización citada, me conducía a coger el más caro, no se podía fallar...
El más caro que había en el lineal era un Imperial Gran Reserva, no recuerdo añada, lo importante era el binomio Rioja-precio. Es por ello que este Imperial Gran Reserva se convirtió, sin saberlo en aquel momento, en un vino muy especial, no sólo en lo enológico sino también en lo sentimental.

Haciendo un paréntesis en la narrativa, todo esto deja varias conclusiones, entre ellas, certifica la poca cultura del vino que había y sigue habiendo en este país, siendo uno de los principales productores mundiales de vino, tanto en cantidad, como en calidad. Y segundo, y derivado de la primera, explica la Riojitis y posterior Riberitis "Aznarista" implantada en este país, para desgracia de aficionados y productores de otras DOs menos mediáticas.

Para retomar y finalizar la narrativa, la "cata" de este vino, mi primer vino (con 26 años) me dejó algo indiferente, pero fue el inicio de mi afición/obsesión por el mundo del vino.
Pase tiempo (demasiado) maltratándome con "Romerales" y similares, siempre Riojas, estaba sumido en una profunda Riojitis de la que me fui curando a medida que aumentaba mi cultura enológica, lentamente, pero imparable, adicto a ferias, lecturas, creando complicidades con amigos, etc..., todo en torno al mundo del vino.

Felizmente curado de la Riojitis, debo decir, que todo se lo debo a un Rioja, con este Imperial Gran Reserva empezó todo, sin el, sería un pobre (inconsciente) infeliz, porqué como saben los que me conocen, siempre afirmo que después del sexo, el otro gran placer de la vida es beber un buen vino en buena compañía.
Dicho esto, es un alivio saber que siempre nos quedará el vino.

(Fe de erratas: Todo se lo debo a mi mujer (no es mía, ella es de ella, pero hablar "sin propiedad" es lo habitual, la cultura...), sin ella el vino y yo no nos hubiéramos conocido. En general, vinos a parte, todo se lo debo a ella...)

... el vino

Quizás estaría bien dar cuatro pinceladas sobre el vino, allá vamos:

Se trata de un clásico, fiel al estilo de los Riojas clásicos, tiene todo lo que me gusta encontrar en un Rioja, lejos de modas y tendencias que han hecho perder, en algunos, la personalidad y esa seña de identidad propia y única de los vinos riojanos, pero eso ya es otro debate, muy gastado ya, por cierto.

Domina en su coupage, la Tempranillo con algo de Graciano y Mazuelo, y una crianza de 36 meses en roble francés y americano (Nuevo)

Visualmente dominan los tonos atejados, vivos y brillantes, de capa baja.
                                        
En nariz es un fino perfume, armonía de frutalidad y madera. Ciruelas compotadas, tostados, cueros, hojarasca seca...

En boca, sigue con una viveza esplendida, tacto sedoso, aterciopelado con la fruta en primer plano y la madera haciéndolo largo.

Gran vino, de un estilo que no debe perderse. No nos dejemos llevar por modas y prejuicios territoriales y disfrutemos de la diversidad.

Algún productor me ha comentado que duda al sacar al mercado determinados vinos, alegando que ya no gusta "ese tipo de vino" y que son difíciles de vender. (En algún caso, y sabiendo de que vinos se trata, seria un drama no poder seguir disfrutando de ellos en nuevas añadas.)

La clave, la solución, más cultura del vino y menos gurús y guías idiotizando al personal. Que sólo nos guíe nuestro criterio, y que éste evolucione con nuestras propias experiencias y no influenciado por los creadores de tendencias de compra.


Hasta el próximo vino.


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